domingo, 8 de marzo de 2009

Al hilo del tiempo



Nuestra crisis de todos los días

Cuando despertó, la crisis seguía allí, como el dinosaurio del cuento de Augusto Monterroso, el más breve de la literatura.
La crisis estaba en el aire y en la pantalla al abrir los periódicos cada mañana.

Primero, la palabra clave para describirla fue la confianza, gran virtud cuya falta regía la caída de la Bolsa. Un valor inapreciable, que no tiene precio, era el que determinaba el valor, y el color, del dinero. Confianza fue la palabra más repetida en Davos y un periodista experto en economía dijo: “La confianza es como un cocotero, tarda muchos años en crecer, pero cae con un vendaval”. Primera virtud pública.

A la confianza siguió el lenguaje de la codicia, y después, el de la incertidumbre y el miedo. No había que tener miedo, hacía daño al sistema financiero, basado en el riesgo y en la mano invisible que regulaba el mercado y que, insólito, no existía. O dejó de existir, sin que se le aplicaran las difíciles pruebas de la existencia de todo lo que no se ve. Pero sí había y hay una mano negra con guante de cuero que ha ido desvalijando el mundo, la codicia. De Adam Smith había que volver a Keynes, rediseñar el sistema económico mundial para salir del estancamiento. Para desintoxicar los virus que se habían introducido en el sistema. Volver a la intervención del Estado, a la desglobalización quizás. Cada país y cada quien a lo suyo: cada mochuelo a su olivo (si es que lo tiene, porque parece que el olivar ha sido arrasado). Sálvese quien pueda. Lo local y lo individual sobre lo global y lo colectivo.
En este listado de vicios y virtudes públicas y privadas nadie dice que se procure lo mejor para todos, sino para los que tienen con qué apostar a mejorar, a tener casa y subsistencia. Ni la educación, ni la salud, ni la protección social universal parece que están en juego.

Se habla de burbujas, de contagio, de tóxicos.
No se sabe si las burbujas son como pompas de jabón, pero estallan cuando son inmobiliarias, parecen sólidas como edificios porque están hechas de dinero, ficticio, falso, pero de dinero-ladrillo.
El efecto del contagio, como una pandemia, va desolando el mundo. Hay culpables, las hipotecas o los subprimes en USA, que son como haber prestado 30 cuando sólo se tiene 1.
Algo hemos aprendido, nos engañaban.
Y contritos, empresarios, banqueros y directores de las instituciones financieras mundiales han dicho cada quien a su manera: esto no funciona, dejó de rendirnos beneficios. Así no podemos controlar el mundo.

Después se habló, pero muy discretamente, de crisis alimentaria, que quiere decir hambre, hambruna, palabras innombrables por demasiado físicas, reales. Todos sabemos qué es tener hambre. Pero sí se menciona, casi en letra pequeña, que en lo que va de crisis, ha habido ya más de 50 millones de personas afectadas por el hambre. Parece poco para los muchos más millones que ya la padecían. Pero las cifras nunca representan la vida humana.

En América Latina hay 12.7 millones de personas en riesgo de pobreza extrema. En el curso de dos años, estas personas caerán por debajo de la línea de pobreza. Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La línea de pobreza es en un barco la línea de flotación, hay que tirar el lastre, el peso de lo que no sirve para seguir navegando.

De la recesión a la depresión por falta de consumo (suficiente) y, a la vez, por falta de ahorro. ¿Hay que ahorrar o consumir? La margarita está prácticamente deshojada: son necesarias las dos cosas.
El gran efecto: un ensanchamiento o una profundización de la desigualdad, un desbarrancadero.


En este contexto, parece casi una impertinencia preguntarnos por qué emigran las personas. Las víctimas reales de la desigualdad abismal no se pueden plantear ni emigrar. ¿Es la emigración una estrategia ante la crisis, o es una necesidad y un deseo? La emigración no como un mal necesario, sino como una apuesta a algo mejor, una fuga hacia delante. Lo que se deja atrás es ganancia. Cuando lo conocido, lo familiar, significa violencia personal y falta de futuro pesa más que la incertidumbre y se vuelve insoportable.
¿Iguales entre desiguales las mujeres emigrantes?

En Estados Unidos hay “clubes de empleo”.


Dhaka. Por 90 centavos de dólar al día, una mujer trabaja 12 horas rompiendo ladrillos para una empresa constructora en Bangladesh. Reuters.
Hay que mantener ocupada a la gente.


En la isla de Guadalupe, en el Caribe, el 10 por ciento de la población (400,000 habitantes) ha iniciado un movimiento contra la “gananciación” o ganancia desmedida.


Del centro a la periferia, donde estamos.

¿Qué pasa en la región, en la zona de Centroamérica?
En México, no se está cumpliendo la profecía de que el regreso de los emigrantes iba a ser masivo, una oleada, ¿qué íbamos a hacer con ellos, qué iban a hacer ellos con nosotros?
Primera frontera a demoler: no hay ellos y nosotros, estamos en el mismo barco.
En general y por experiencia, cada emigrante sabe que en su país no hay siquiera las oportunidades que les quedan, pese a la crisis, en USA.


Y siguen muriendo niños, mujeres y emigrantes, náufragos, en el intento del cruce por mar de África a Europa.
Y en la frontera de México con Estados Unidos y en la frontera Sur con Guatemala.

La bitácora de un barco describe la tempestad, la calma, el naufragio o la tierra firme a la vista. De esto trata el blog del navegante.
En plena crisis, navegar es preciso, no hay mal mayor que la calma chicha, que el velamen al pairo.

En la técnica de la asociación de ideas, muchas veces lo que aparece como secundario, lateral, es lo significativo. La historia oficial, la corriente principal, es la que transmiten los medios de comunicación, la que nos contagia, pero las huellas diurnas, así las llamaba Freud, de lo inadvertido o desapercibido, son las que están fecundadas por lo que atañe a cada quien en lo más suyo. Pienso en la trata y en el tráfico de las personas que tratan de cruzar o de quedarse indocumentadas donde están pese a todo.

Mientras, dicen las noticias, en algunas ciudades europeas hay barra libre, diversión, distracción necesaria, como en el crack del 29, el auge del cabaret.

Ante las dimensiones de la gravedad de lo que sucede en el mundo y para discurrir entre nosotros en el camino va la siguiente postdata:

"La verdadera prueba de una inteligencia superior es poder conservar simultáneamente en la cabeza dos ideas opuestas y seguir funcionando. Admitir por ejemplo que las cosas no tienen remedio, y mantenerse sin embargo decidido a cambiarlas." Scott Fitzgerald.

A la espera de sus comentarios, de su colaboración.

1 comentario:

Anónimo dijo...

DESDE LA FRONTERA ENTRE OCCIDENTE Y ORIENTE SEGUIRE TU CONSEJO DE LA CONVIVENCIA DE LOS OPUESTOS: INTENTANDO CAMBIAR LO QUE NO TIENE SOLUCION...UN PLACER TUS PALABRAS QUE LAS LEO COMO SI EL RECUERDO DE TU VOZ DIERA SONIDO A CADA UNA DE LAS LETRAS...UN BESO MADAMME VERICAT...ESPERANDO UNA NUEVA ACTUALIZACION...BESOS, DEL ANTONIO...